Y la energía nuclear y el gas se volvieron sostenibles en Europa

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El 1 de enero de 2023, la energía nuclear y las centrales eléctricas de gas se considerarán sostenibles: la Comisión Europea presentó ayer un acto delegado con la llamada propuesta de taxonomía, el conjunto de criterios para la clasificación de todas las actividades que podrán ser definidas como “sostenibles” desde el punto de vista climático para optar a inversiones. Al hacerlo, los políticos van en contra de la evaluación de su propio grupo de expertos.

Es más, la Comisión ni siquiera respondió a la demanda de su Plataforma para las Finanzas Sostenibles de que las centrales eléctricas de gas sí podrían considerarse sostenibles, si cumplen con un valor límite de 100 gramos de CO2 por kWh. Este límite se aplica a todas las demás tecnologías. El panel, formado por expertos en clima procedentes de la ciencia, las empresas y las organizaciones no gubernamentales, habían calificado la energía nuclear de insostenible en un principio. Según informaciones no confirmadas de los medios de comunicación, la Comisión de la UE, por otra parte, incluso ha relajado los requisitos para las centrales eléctricas de gas en comparación con su proyecto original, probablemente por la insistencia de Alemania.

Así, las nuevas centrales eléctricas de gas se consideran sostenibles hasta 2030 si sustituyen a las centrales con mayores emisiones de CO2 y cambian completamente a combustibles más respetuosos con el clima, como el hidrógeno, a más tardar en 2035. En el proyecto original, la Comisión de la UE había especificado el año 2026 como fecha límite para la incorporación de estos gases. El límite máximo es de 270 gramos de CO2 por kilovatio hora de electricidad producida, o la central no puede superar los 550 kilogramos por kilovatio de capacidad instalada durante un periodo de 20 años.

El Parlamento Europeo y los Estados miembros tienen ahora entre cuatro y seis meses para rechazar los planes de la Comisión con las mayorías necesarias, lo que se considera poco probable; y el proyecto de reglamento entrará en vigor de manera automática el próximo 1 de enero.

Demandas anunciadas, Europa dividida

Si bien la propuesta parece no satisfacer por completo a ninguno de los países de la UE, tiende un puente entre las posiciones más extremas. Francia exigía un reconocimiento expreso de la energía nuclear como fuente libre de emisiones de CO2 (es responsable del 75% de la generación eléctrica del país), y Alemania considera el gas necesario para la transición hacia un sistema basado en las renovables.

La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha reiterado en diferentes ocasiones el rechazo de España a la inclusión, por parte de la Comisión, del gas y la nuclear entre las tecnologías consideradas sostenibles por la Taxonomía Europea. Esto “puede distorsionar y generar confusión” a la hora de encauzar inversiones sostenibles en la UE”. Añade que, de este modo, “se emite una muy mala señal a los mercados financieros para orientar su inversión hacia tecnología realmente sostenible y con poco riesgo”. Además, advierte de que puede reducir significativamente la inversión en fuentes incuestionablemente limpias, de modo que supone una amenaza para el proceso de transición energética y la consecución de los objetivos europeos de descarbonización.

Austria y Luxemburgo anuncian que emprenderán acciones legales. “La energía nuclear no es ni “verde” ni sostenible. No puedo entender la decisión de la UE”, anunció el canciller austriaco Karl Nehammer a través de Twitter. Las organizaciones ecologistas llevan semanas pidiendo al gobierno de Alemania que también demande, y la líder del Partido Verde, Ricarda Lang, es partidaria del “no” del gobierno federal y exige que se examinen las posibilidades de éxito de un recurso contra el acto jurídico.

También hay críticas desde el sector financiero, especialmente desde las filas de los fondos de sostenibilidad, que apoyan la visión de España: existe el riesgo de que, según esta taxonomía, las inversiones en gas y nuclear pueden calificarse de sostenibles.

 

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