APPA señala las tareas pendientes en el sector renovable y alerta de los riegos de los precios cero

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“Vamos mal y lentos. Si queremos que se cumplan los objetivos deberíamos estar haciendo más”, ha señalado este lunes el director general de APPA, José María González Moya, durante la presentación del Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables en España 2022, elaborado junto a Deloitte.

La realidad que arroja el informe es que, para satisfacer sus necesidades de energía, en 2022 España consumió más petróleo (44,8% del consumo de energía primaria) y gas (23,3%) que la medida de la UE (38 y 21,2% respectivamente). Por el contrario, su producción de renovables fue menor (-0,9% hasta 19,3%), en un año en el que creció un 6,8% en el conjunto de la UE, hasta suponer un 23,5% de su consumo de energía primaria. Todo esto hizo que la dependencia energética del exterior fuera en España del 69,9%, un 10,3% superior a la media de la UE.

España ha visto en 2022 un récord de instalación renovable si contabilizamos la potencia instalada en autoconsumo, que se situó durante el año en 2.649 MW de nueva potencia fotovoltaica distribuida en más de 240.000 instalaciones. La potencia conectada a red aumentó también de forma significativa con 1.658 MW eólicos y 4.611 MW fotovoltaicos, un aumento del 59%, pero este dato no se tradujo en un incremento de energía renovable, que al contrario, fue negativo, un 0,9% menor. Para APPA, esto tiene que ver con el lento proceso de autorización de plantas renovables pero también con que la demanda eléctrica no crece, es decir, no hay una transferencia del uso de combustibles fósiles a electricidad -generada con renovables idealmente- como la que se detecta en otros países.

En ese sentido, APPA considera que la marcha de la implantación no es suficiente para llegar a los objetivos marcados, tampoco en electrificación de la economía: el Gobierno plantea que en 2030 llegue al 81% mientras que en 2022 fue del 42,2% y APPA calcula que a este ritmo y sin hacer nada distinto, en 2030 será solo de 57,1%. Respecto al segundo punto, APPA apunta a una ineficaz política de incentivos para animar a los ciudadanos a hacer dos cambios clave, abandonar el automóvil de combustión por uno eléctrico y sustituir la caldera de gas por la bomba de calor.

A nivel macroeconómico, el Estudio confirma la buena salud del sector renovable nacional, un sector que, debido principalmente a la nueva potencia y a los mayores precios de la energía, aumentó su aportación directa al PIB en un 21,6%. Contabilizando la contribución directa y el efecto arrastre, las renovables aportaron 21.961 millones de euros al PIB de España. Adicionalmente, el sector empleó a 130.815 profesionales (80.322 fue empleo directo) y supuso en 2022 el 1,65% del PIB nacional.

Por otro lado, las renovables y su efecto depresor, fácilmente identificable ya en la formación de precios diaria, redujeron el precio del mercado eléctrico en 43,10 €/MWh. Los ahorros en el pool, que APPA estima en 10.144 millones de euros, fueron muy superiores a la retribución que percibieron las tecnologías renovables de forma específica, de 3.355 millones de euros. En definitiva, de no contar con la generación renovable, el precio a pagar por los consumidores en el mercado mayorista en 2022 hubiera sido de 210,62 €/MWh en lugar de los 167,52 €/MWh que se pagaron, unos 6.519 millones de euros más caro.

No obstante, si se mantienen los bajos precios aparecerán riesgos importantes. “Siempre hemos reivindicado nuestro papel como depresor de los precios, pero la electricidad a 0 euros no es una buena noticia”, advirtió José María González, director general de Appa Renovables. “Si la situación continúa, la inversión se ralentizará o desaparecerá”, explicó.

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