En España, la legislación anima –y, en muchos casos, exige– a las empresas energéticas medidas compensatorias de biodiversidad, como la instalación de cajas nido, una medida muy aplicada (en hasta el 85,6 % de las plantas fotovoltaicas). El problema es que a veces se realiza sin justificación ecológica.
Además, la mayoría de las cajas nido están mal diseñadas, colocadas en hábitats inadecuados y destinadas a especies que no están presentes en la zona. A esto se añade que la instalación inadecuada de cajas nido puede crear trampas ecológicas y facilitar el greenwashing.
A través de una revisión exhaustiva de las evaluaciones de impacto ambiental (EIA) de las plantas fotovoltaicas en toda España, el país con mayor biodiversidad y donde se prevén más proyectos de energías renovables en la UE, un estudio llevado a cabo por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad de Extremadura examina críticamente la idoneidad ecológica de la instalación de cajas nido en los proyectos fotovoltaicos. El trabajo “Nest-box provisioning as an offset or greenwashing practice in renewables projects“, que se publicará en septiembre en Biological Conservation, evalúa su eficacia en la conservación de la biodiversidad debido a defectos recurrentes en su diseño y aplicación, como la instalación inadecuada de cajas nido en zonas donde no residen las especies objetivo, la mala ubicación de las cajas nido y la falta de seguimiento tras su instalación.
Como ejemplo, en 42 de 65 casos en los que se utilizaron cajas nido específicas para determinadas especies no había constancia de que las especies objetivo se reprodujeran en la zona antes de la construcción de la planta fotovoltaica.
Además, las plantas fotovoltaicas en España se encuentran predominantemente en hábitats áridos, semiáridos o esteparios, donde las medidas que atraen a especies forestales o generalistas pueden aumentar involuntariamente la presencia de depredadores, con consecuencias potencialmente negativas para las comunidades de aves esteparias. De hecho, la mayoría de las plantas fotovoltaicas muestreadas con cajas nido están situadas cerca de hábitats esteparios: 114 plantas fotovoltaicas (87,70%) se encuentran a menos de 3 km de zonas que podrían albergar especies de presas esteparias.
Por otro lado, las cajas nido suelen colocarse en densidades elevadas y en lugares muy visibles, como cerca de carreteras muy transitadas y a lo largo de los bordes de las plantas fotovoltaicas, con el fin de “publicitar”las medidas compensatorias (volvemos al greenwashing). “Esta ubicación puede afectar negativamente a las especies de aves que utilizan las cajas por al menos cuatro razones: a) El ruido del tráfico puede perturbar el comportamiento alimentario de los adultos y el desarrollo de los polluelos, b) La proximidad a las carreteras aumenta el riesgo de colisiones con vehículos, c) La alta densidad de cajas nido puede atraer a especies competidoras, desplazando a las especies objetivo, d) La alta visibilidad y el fácil acceso aumentan el fracaso reproductivo debido al vandalismo”, explican los investigadores.
En cuanto a los materiales usados y la ubicación, se ha comprobado que en múltiples ocasiones se producen temperaturas inusualmente altas en su interior, con mortalidad directa de polluelos de cernícalo primilla. Además, los materiales de las cajas nido pueden influir en las condiciones del microclima para el desarrollo de los ectoparásitos.
En otras muchas ocasiones, competidores de las especies amenazadas suelen ocupar rápidamente las cajas nido, desplazando a las especies objetivo.
“El uso de cajas nido a menudo contribuye a crear una percepción errónea de la responsabilidad medioambiental —el llamado greenwashing— y no aborda las verdaderas consecuencias ecológicas de las infraestructuras fotovoltaicas”, explican los autores del estudio. “Defendemos que es necesario un enfoque más riguroso desde el punto de vista científico, que incluya el cumplimiento de la jerarquía de mitigación, la evaluación de la idoneidad de las especies que utilizan las cajas nido y la regulación de su instalación”, reclaman los investigadores.
En su trabajo, piden una supervisión normativa y un organismo consultivo nacional para garantizar prácticas de mitigación eficaces y basadas en datos empíricos. “Debería crearse un centro nacional de coordinación y asesoramiento para normalizar las prácticas, garantizar un seguimiento eficaz y proporcionar supervisión científica del uso de cajas nido en proyectos fotovoltaicos. Esto ayudará a optimizar los esfuerzos de conservación de la biodiversidad y a reducir el riesgo de daños ecológicos”, concluyen.
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