Los vehículos eléctricos emiten, en el peor de los casos, la mitad de CO2 que los de combustión

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Los vehículos eléctricos de batería (Battery electric vehicles, BEV) son los claros vencedores cuando se trata de reducir las emisiones en el sector del transporte de manera “inequívoca”, según un estudio de la consultora noruega Rystad Energy. Y esto, a pesar de que el proceso de fabricación de los vehículos eléctricos genera más emisiones y de que en muchos países, la generación de energía que los alimenta depende de combustibles fósiles.

La consultora afirma que ha llevado a cabo una investigación “en profundidad” que “tiene en cuenta todas las fases del proceso de fabricación y el funcionamiento del vehículo”. En concreto, incluye la fabricación de la carrocería del vehículo, el montaje del sistema de propulsión, el mantenimiento, las emisiones relacionadas con el combustible y la electricidad y la producción de baterías para los BEV.  Concluye afirmando que “en general, los vehículos eléctricos de batería son claramente la tecnología adecuada para reducir las emisiones en el sector del transporte”.

“Nuestro análisis muestra que los vehículos de batería contribuyen, como máximo, con la mitad de dióxido de carbono equivalente (CO2e) que los coches diésel o de gasolina a lo largo de su ciclo de vida, independientemente del país en el que funcionen”, explican los autores del estudio. Incluso en los países en los que la red eléctrica está dominada por los combustibles fósiles, los coches con batería emiten alrededor del 50% del CO2e de un vehículo con motor de combustión interna (ICE).

A medida que las fuentes renovables sustituyan a la generación a partir de carbón y gas, las emisiones relacionadas con el funcionamiento de los BEV podrían reducirse en un 86%.

Fuente: Rystad Energy

 

Se ha tenido en cuenta cinco países para el análisis -China, Estados Unidos, la India, Alemania y Francia–. Se ha estudiado el mix actual de generación de energía de cada país y el previsto, las pautas de conducción, la media de distancia recorrida, y el tipo de vehículo dominante.

Por ejemplo, en China, las emisiones del ciclo de vida de un BEV son de unas 39 toneladas de CO2e, frente a las casi 85 toneladas de un vehículo con motor de combustión interna. En Estados Unidos, la diferencia es aún mayor. Un BEV emite 42 toneladas de CO2e a lo largo de su vida útil en Estados Unidos, un 58% menos que un vehículo de gasolina o diésel que emite más de 100 toneladas. De estos totales, las emisiones relacionadas con la extracción, el refinado y la quema de combustibles fósiles aportan cerca del 90% de todas las emisiones de los ICE. El desglose de las emisiones a lo largo de la vida de un vehículo de batería está directamente ligado a su consumo de electricidad y a cómo se genera esa energía.

El mix de un país desempeñará un papel importante a la hora de determinar la rapidez con la que se pueden reducir las emisiones al cambiar a los BEV. Mientras que los vehículos con motor de combustión interna emiten más a medida que envejecen, los BEV emitirán menos a lo largo de los años a medida que la generación de energía sea más ecológica. Por ejemplo, en nuestro escenario base, que predice el desarrollo de la red eléctrica de Estados Unidos, los coches impulsados por baterías emitirán sólo el 14% de las emisiones equivalentes de un coche de gasolina o diésel en 2041.
Si se realiza la misma comparación con un mix energético basado en el carbón, en el caso de la India, se obtiene un 43% menos de emisiones durante el ciclo de vida.

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