El pasado 17 de diciembre se realizó una jornada de presentación de la Comunidad Energética de Malilla (CEM), proyectada en el barrio de Valencia homónimo. En el evento se explicó al vecindario el proceso llevado a sobre la constitución de la asociación en régimen de Comunidad Energética y todos los pasos dados hasta ahora. Además, un técnico de la Fundación València Clima y Energía explicó el proyecto realizado con éxito en Castellar-L’Oliveral, barrio de Valencia que cuenta con la primera Comunidad Energética de la ciudad.
La Comunidad Energética de Malilla (CEM) pretende realizar una instalación solar fotovoltaica en modalidad de autoconsumo colectivo a través de la red utilizando una cubierta de titularidad pública.
«Según los primeros cálculos se podría instalar 60 kWp, que beneficiarían a los vecinos del barrio que se adhieran a la CEM», explica a pv magazine Jorge Mallén, asesor energético especializado en el desarrollo de Comunidades Energéticas, que promueve el proyecto. Estos pueden ser desde hogares hasta comercios locales. También se pretende cubrir una cuota de participación (un 10%, aproximadamente) a hogares con pobreza energética del barrio, que recibirían electricidad de manera gratuita.
Según los cálculos preliminares, se estima que la instalación podría generar energía eléctrica renovable y de proximidad para más de 80 hogares del barrio y 5 negocios locales. Según el perfil de consumo y la cuota de participación, el ahorro mensual para cada hogar puede variar entre 10 y 20 euros.
La CEM ya está registrada como Asociación sin ánimo de lucro, y ahora está a la espera de que se resuelva la cesión del tejado municipal para empezar los trámites pertinentes (solicitud de subvención, acuerdo de reparto de energía, listado de participantes, construcción, etc.).
Mallén estima que el trámite de la cesión se resuelva durante los primeros meses del año y a continuación se exploren vías de financiación para la construcción de la instalación. «El objetivo es conectar la instalación durante este 2023», dice.
“Poner en marcha una Comunidad Energética no es tarea fácil, y menos en un barrio de una ciudad mediana como Valencia”, dice Jorge Mallén. “Los tiempos de la administración son lentos y las capas administrativas en este tipo de actuaciones tan novedosas suponen ciertas barreras que llegan a generar desánimo y desilusión en las personas que tratan de promover estas iniciativas. Es urgente que se aceleren estos procesos para conseguir descarbonizar los barrios de las ciudades y las comunidades energéticas son las aliadas perfectas para conseguir estos objetivos”, concluye.
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