Las comunidades energéticas son más rentables que el autoconsumo individual en Italia y Portugal

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Un grupo de investigadores del Instituto Superior Técnico de la Universidad de Lisboa (Portugal), y de la Universidad Politécnica de Milán y del Instituto de Energía Renovable de Bolzano, ambos en Italia, ha llevado a cabo una evaluación tecnoeconómica de los esquemas de autoconsumo en ambos países teniendo en cuenta el impacto de las políticas pospandémicas.

Los resultados, recogidos en “Techno-economic analysis of self-consumption schemes and energy communities in Italy and Portugal”, publicado la pasada semana en Solar Energy, han identificado los sistemas fotovoltaicos óptimos para cuatro configuraciones familiares diferentes, replicadas en cada país, y considerando los incentivos financieros.

Para realizar las simulaciones se utilizaron cuatro familias: una pareja que trabaja fuera de casa, una familia con un hijo (el padre trabaja en casa y la madre, fuera del domocilio), una familia con tres hijos (con ambos padres en casa) y una pareja de jubilados (ambos en casa).

Los resultados divergentes observados entre las políticas portuguesa e italiana reflejan los distintos contextos energéticos de cada país.

Incentivos en Italia

En septiembre de 2020, el Ministero dello Sviluppo Economico (MISE) estableció dos remuneraciones diferentes para el autoconsumo, una de ARERA que corresponde a 8 €/MWh y otra del Ministero dello Sviluppo Economico (MISE) que tiene un valor de 100 €/MWh o 110 €/MWh. Estos valores se conceden como incentivo a quienes venden electricidad a la red, que se suman a los ingresos por la venta de electricidad a la red, fijados según el precio y hora correspondiente.

Respecto a autoconsumo individual, el Superbonus 110% permite a los consumidores instalar sistemas fotovoltaicos, con o sin almacenamiento, y obtener deducciones del 110% durante los cinco primeros años; sin embargo, esos consumidores no pueden vender energía a la red.

Por su parte, con el Ecobonus los consumidores reciben deducciones del 50% durante diez años y una remuneración por la energía vendida a la red. Ambos regímenes no son acumulativos, salvo si se trata de una comunidad energética, cuyos miembros sí pueden acogerse a estos regímenes.

Incentivos en Portugal

En junio de 2020 se publicó una ley según la cual, los autoconsumidores individuales no pagan el 50% de la CIEG (una parte de la tarifa eléctrica que pagan los consumidores portugueses que representa el 29% del precio de la electricidad en baja tensión) y las comunidades de energía no pagan el 100%.

Por otro lado, es posible instalar sistemas fotovoltaicos con o sin almacenamiento y que el Estado devuelva el 85% de la inversión hasta el límite de 2.500 euros por proyecto (fondo medioambiental).

Italia: instalaciones más grandes con baterías más pequeñas

Considerando el Superbonus 110 como Esquema 1 y el Ecobonus como Esquema 2, los resultados muestran que el 1 privilegia a los sistemas más pequeños, y el 2, a los más grandes. Esto se debe al menor coste de los sistemas más pequeños, en los que el ahorro procede principalmente de la energía autoconsumida.

En este caso, la configuración que maximiza el autoconsumo es la más beneficiosa; además, los incentivos ofrecidos cubren casi la totalidad del coste del sistema. Si se incluyen baterías, el sistema óptimo es el que tiene la batería más pequeña porque es la configuración más barata.

En cambio, el esquema 2, que permite vender el exceso de energía a la red, favorece los sistemas más grandes sin necesidad de baterías. Sin embargo, si se incluyen baterías, la configuración más eficiente es un sistema fotovoltaico más grande con la batería más pequeña posible. Este planteamiento se debe al mayor coste y a la menor vida útil de las baterías en comparación con los sistemas fotovoltaicos, que requieren una eventual sustitución. Por lo tanto, utilizar baterías más pequeñas es la estrategia más eficaz para mantener la viabilidad económica del proyecto.

Portugal: sistemas pequeños sin baterías

El análisis del autoconsumo en Portugal reveló que el sistema óptimo para todos los tipos de familia sin almacenamiento era el más pequeño (2 kWp), mientras que los escenarios de almacenamiento generalmente daban lugar a proyectos no rentables.

Según los autores de la investigación, “debería realizarse un análisis de sensibilidad para determinar qué incentivos portugueses serían adecuados para promover los equipos de almacenamiento”.

 

Comunidades, siempre bienvenidas

Las simulaciones de comunidades energéticas para todas las familias mostraron que, en Italia, las mejores configuraciones consisten en familias que actúan como productores con mayores capacidades fotovoltaicas y baterías más pequeñas. En cambio, en Portugal, las políticas favorecen los sistemas fotovoltaicos más pequeños sin baterías, lo que da lugar a configuraciones óptimas en las que las familias son únicamente consumidoras.

No obstante, es más fácil acceder a una comunidad sin inversión inicial, por lo que la principal conclusión del estudio según los investigadores es que, para ambos países y los cuatro esquemas de familias, formar parte de una comunidad energética es más viable económicamente que estar en un régimen de autoconsumo individual. Esto se debe a que los hogares individuales siguen dando prioridad al autoconsumo y al ahorro personal, al tiempo que venden su exceso de energía a un precio más favorable que el que recibirían de la red.

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