“No podemos permitir que las renovables sean el nuevo ladrillo”- Entrevista a Joan Groizard, parte I

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Joan Groizard dirige, desde septiembre de 2019, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico. Su gestión ha recuperado el papel del IDAE como catalizador y punto de encuentro del debate energético y quiere reactivar sus actuaciones en materia de inversión en nuevas soluciones, como él mismo nos detalla en esta entrevista, de la que hoy publicamos la primera parte.

 

pv magazine: ¿Cómo valora el resultado de la reciente subasta?

Joan Groizard: Estamos muy contentos por el resultado y por el interés que hubo en todas las tecnologías, hubo tres veces más demanda que la capacidad disponible. Los precios son muy buenos, y no dan a entender que pueda haber tentaciones de comportamientos tácticos para echar a empresas con precios muy agresivos. Parece que el sector se ha comportado con responsabilidad y ha habido todo tipo de actores. Ahora hay ver que esos que esos proyectos se pongan en marcha.

 

UNEF reclama que un 20% de la capacidad de las subastas se reserve a los proyectos de menos de 10 MW. ¿Qué opina de eso?

El mecanismo de subasta lo diseñamos en seis meses, un tiempo exprés, pero le hemos dado muchas vueltas. Una de las opciones que contempla el mecanismo es tener cupos o reservas o por tecnologías o por tipologías para proyectos de pequeñas dimensiones y comunidades energéticas. Es cierto que, en la primera subasta, la única reserva fue de tecnología, no hemos hecho uso de las reservas por tamaño o capacidad. En la subasta de 2021 nuestra intención es hacerlo, porque así lo tenemos contemplado en el marco de subastas. Aún no sabemos la configuración, es decir, si van a ser 10 MW o un cupo determinado. Le estamos dando muchas vueltas, pero seguro que habrá algún tratamiento específico para proyectos pequeños o de comunidades energéticas. Tiene que haber entada para todos, pero sin olvidarnos de que el proceso tiene que ser competitivo para el consumidor final, esto es parte de la belleza de las subastas: que generan ahorros para el consumidor. Resumiendo: se ha acabado la época de las primas para las tecnologías maduras, pero el nuevo marco, sin embargo, queda lo suficientemente abierto para proyectos como las comunidades energéticas, que crean valor.

 

Hablaba de tecnologías maduras. Estamos viendo que el boom renovable ha despertado el apetito de importantes fondos y empresas internacionales por nuestro país: FMI lanza una OPA sobre Naturgy, Cobra podría pasar a manos de la francesa Vinci… ¿Es esto bueno para el sector?

La década pasada empezó de manera muy distinta a esta. Lo que sucede ahora es un buen síntoma que demuestra que hay apetito inversor y que nuestro planteamiento de transición energética es creíble. Defendemos la transición energética como una gran oportunidad económica e industrial y, por tanto, no se puede fiar todo el desarrollo en renovables en el país a inversión extranjera, sino que tenemos que ser capaces de que haya inversión nacional que retorne en la economía del país. Un sistema de subastas como el actual ha atraído inversión extranjera pero también hemos visto mucha inversión española, con lo cual creemos que hay una competencia sana. En su justa medida, es positivo que haya inversión internacional, pero hay que evitar que sectores estratégicos dependan exclusivamente de capital extranjero o de capital nacional de terceros países.

 

¿Se están planteando algún tipo de incentivo o medida para potenciar la industria y servicios nacionales y crear un tejido local que evite una masiva entrada de empresas extranjeras? O para evitar de empresas estratégicas por parte de capital extranjero.

A nivel Gobierno, esto nos excede. La normativa sobre inversiones estratégicas ya está definida. Por nuestra parte, nuestro trabajo es asegurar que el mercado de energías renovables no solo sea atractivo para empresas grandes, sino también para pymes. En este sentido, nuestras pymes tienen un peso muy importante en el autoconsumo, como desarrolladoras y como beneficiarias de las instalaciones. Por eso, queremos ligar el autoconsumo a la cadena de valor industrial del país. Es cierto que no somos líderes en producción de módulos, pero a la hora de realizar una instalación de autoconsumo tenemos mucho peso. Incluso tenemos empresas muy potentes que exportan a Europa y fuera de Europa. Queremos poner en valor esas cadenas de suministro cortas que, para mí, son garantía de calidad y especialización. Promover la buena calidad de los productos supone apoyar la industria local. No obstante, seguimos en un mercado único europeo que también debe dejar libertad de inversión a empresas extranjeras.

Me gustaría destacar una novedad que hemos introducido en las subastas, y es que las empresas adjudicatarias van a tener que indicar en un listado público de dónde viene cada suministro, lo cual va a ser muy revelador.

 

Estamos viendo que las grandes plantas generan rechazo de población y de grupos ecologistas, pero unir fotovoltaica con pastoreo y con cultivo es algo que muchos pequeños productores han hecho desde siempre, aunque ahora sean grandes empresas las que parece que vayan a inventarlo. ¿Qué se podría hacer para compatibilizar solar y agricultura más allá de los titulares?

Somos un país con mucho territorio con biodiversidad muy elevada y muy diversa. Este año, además, a raíz de la pandemia originada por la Covid-19 hemos visto la necesidad de contar con autonomía y seguridad alimentaria y de no depender de cadenas muy lejanas. El desarrollo de las renovables tiene que pasar por un máximo respeto de los valores naturales del país y de la actividad agrícola. Si se hace bien, esto puede incluso ser complementario y añadir valor al campo, generando empleo y riqueza. Esto lo hemos recogido en el Plan de Recuperación, donde tenemos una manifestación abierta para renovables y recalcamos que buscamos proyectos innovadores, no solo por tecnología, sino por integración en paisaje y actividad agrícola. Nos interesa no solo identificar proyectos para premiarlos o darles luz, sino para ver buenas prácticas. Creemos que el proceso de evaluación ambiental debe conjugar agilidad con la máxima calidad.

Otro tema que publicamos recientemente en el ministerio son los Mapas de sensibilidad ambiental del territorio, para que el promotor tenga información muy fácil y pueda saber dónde ubicar sus plantas, si hay zonas protegidas u otras que requieran un diseño específico.

Queda recorrido, no está todo resuelto a nivel técnico, pero el sector está trabajando en buenas prácticas y tenemos que seguir en esa línea.

 

Vemos también que parte del rechazo que se genera a grandes plantas se debe a que se ven como “el nuevo ladrillo”. La especulación es enorme, encontramos acumulaciones de plantas de 50 MW muy cercanas y en únicos puntos de conexión que generan algo similar a macroplantas aunque cumplan con la normativa de plantas menores de 50 MW.

Hemos detectado que hay casos de fraccionamientos de parques, y, sin embargo, uno de los principios de la evaluación ambiental es el llamado “impacto acumulado”, esto es, no solo evaluar el impacto de una solicitud aislada, sino de todas las que lo rodean, hay que evaluar el total del impacto.

En ese sentido, estamos trabajando muy de la mano con las comunidades autónomas, hemos activado procesos de intercambio de información para que el órgano ambiental que corresponda conozca todos los proyectos que se están evaluando.

Por otro lado, es importante que la gente sea consciente de que no estamos asfaltando el campo, no podemos permitir que las renovables sean el nuevo ladrillo. Eso pasa por que todos seamos capaces de comunicar mejor. La proporción de territorio que se ve afectado por las plantas es ínfima comparada con el terreno disponible.

Las grandes plantas son necesarias, pero hay que desarrollarlas bien. No podemos renunciar al ritmo de desarrollo y de implantación de renovables. Los expertos, científicos, ecologistas y sociedad civil nos animan a tener cuidado con la biodiversidad, pero también nos animan a que incrementemos los objetivos de ambición de neutralidad climática a 2030, 2050 y aceleremos esta transición. Una parte de estos objetivos la conseguiremos con autoconsumo y con comunidades energéticas, y estamos trabajando para acelerar su despegue, pero otra parte, fundamental, se consigue con grandes plantas. Eso sí, que estén bien hechas y bien implantadas.

-La segunda parte de esta entrevista se publicará el miércoles, 17 de febrero.

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