La columna de UNEF: Las claves para una transición ecológica justa y eficaz y que signifique una oportunidad económica para nuestro país

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España ha decidido cambiar radicalmente el posicionamiento que había caracterizado los últimos años, poniéndose a la cabeza de la lucha contra el cambio climático. Y los objetivos marcados en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) lo demuestran: a 2030, se pretende alcanzar un 42% de renovables sobre el consumo total de energía final; un 21% de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1990; un 39,6% de mejora de la eficiencia energética; y un 74% de energía renovable en la generación eléctrica.

Estas metas definen para la próxima década una hoja de ruta ambiciosa, que requiere que se pongan en marcha medidas concretas y de amplio alcance para que los objetivos se puedan cumplir.

En el proceso de transición que es necesario llevar a cabo, nuestro sistema económico y productivo se verá transformado de forma radical, pasando desde un modelo basado en energías contaminantes a uno sostenible, donde las energías renovables son las principales protagonistas. Y la fotovoltaica será la tecnología dominante, junto con la eólica.

Según las cifras marcadas por el PNIEC, de aquí a 2030 se prevé la instalación de 28.000 MW de nueva potencia fotovoltaica, cantidades que suponen un crecimiento exponencial para una tecnología que actualmente cuenta con un total de 4,8 GW instalados.

Si por un lado, conseguir este objetivo es viable, ya que el sector está preparado para ello, por otro es necesario poner en marcha una serie de medidas clave para asegurar su cumplimiento.

Entre ellas, destacan la definición de un marco normativo estable, en el que se elimine la inseguridad jurídica institucionalizada que ha caracterizado los últimos años; el diseño de una planificación ordenada de las redes, para asegurar una eficaz integración de los nuevos proyectos fotovoltaicos; la simplificación de los procedimientos administrativos, para garantizar el cumplimiento de los plazos marcados por la Ley; y el replanteamiento del diseño del mercado eléctrico, que actualmente está basado en un modelo marginalista, inadecuado para establecer de forma eficaz el precio de la energía que se genera con las tecnologías renovables, que no tienen costes variables relevantes.

Además, establecer una hoja de ruta ordenada que permita un desarrollo estable del sector fotovoltaico a lo largo de la próxima década, con la definición de los nuevos MW a instalar cada año, es imprescindible no solo para garantizar el cumplimiento del objetivo a 2030, sino también para atraer las inversiones necesarias e impulsar el avance de la industrialización. España tiene por lo tanto que abandonar el modelo de acelerón-frenazo-acelerón que ha caracterizado la evolución del sector en los últimos años. Las empresas y las entidades financieras, tanto nacionales como internacionales, apuestan por los mercados estables que dan señales claras y que les permiten reducir los riesgos, y por lo tanto los costes, asociados a sus planes de inversión.

En el diseño de la transición, además, es imprescindible que se tenga en consideración a todos los actores afectados por el cambio de modelo económico y que se preste especial atención a la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.

Diseñar una estrategia de transición justa significa por lo tanto proporcionar soluciones de formación a los trabajadores del antiguo modelo productivo, para que puedan recolocarse en otros sectores, como son el de la rehabilitación de edificios, la implantación de energías renovables o la movilidad sostenible. Fomentar la creación de estas nuevas oportunidades de empleo verde implica dar una oportunidad de reconversión a esas áreas geográficas que históricamente han basado su economía en actividades relacionadas con sectores altamente contaminantes, como son por ejemplo la minería, y que ahora corren el riesgo de convertirse en zonas de alta tasa de paro o de despoblación.

El desafío es grande, pero tenemos todas las herramientas para enfrentarnos a él de forma justa y eficaz. Y ahora es el momento de ponerlas en marcha. Si lo hacemos bien no solo tendremos una energía limpia y barata sino que además estaremos generando oportunidades de empleo de calidad y crecimiento económico.

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