El caso español con los precios del mercado mayorista de la energía, según IRENA

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Como ya se comentó antes, el trabajo de IRENA plantea una duda fundamental ¿Está el sistema eléctrico actual realmente preparado para las energías renovables?, en el que se exponen los desafíos a los que se enfrenta en el camino de la transición energética.

Entre los diversos factores que se analizan, sobresale que uno de los capítulos, bajo el antetítulo de In Focus, lleve este epígrafe: Mayor volatilidad en los precios del mercado mayorista a medida que se desarrolla la transición energética. El caso español.

En efecto, se plantea allí cómo afectan los picos en el precio del gas natural y el papel que esta tecnología sigue teniendo en la fijación del precio marginal de la electricidad. Debe hacerse notar que el trabajo, presentado la semana pasada, no menciona ni toma en cuenta el actual conflicto bélico ni las consecuencias políticas y económicas que ha desencadenado la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

Lo que sí se menciona es que “las fluctuaciones del precio del gas pueden estar vinculadas a la transición, ya sea directamente (a través de los precios del CO2) o indirectamente (a través de los desajustes en los mercados internacionales del gas)”, y que “una transición lenta que retrase la eliminación del gas natural y su rápida sustitución por energías renovables y flexibilidad no fósil prolongará estos acontecimientos en el futuro”.

Luego de analizar cómo respondieron las que se mencionan como Energías Renovables Variables (VRE, por sus siglas en inglés) durante la pandemia del COVID-19 y la tormenta Filomena -con gran participación en el primer caso debido a la menor demanda energética y lo contrario por el aumento de esa misma demanda-, el eje del estudio se coloca en febrero de 2021, cuando “la demanda bajó y la cuota de VRE subió, con un aumento del número de horas en que la VRE compensó el precio del mercado, lo que dio lugar a precios de electricidad más bajos”.

Esa situación se mantuvo más o menos estable hasta principios de mayo de ese año, cuando por las restricciones de oferta los precios del gas aumentan y este fija el precio marginal, lo que da como consecuencia que los precios de la electricidad al por mayor se disparan. Es allí, en el verano de 2021, cuando el estudio especifica que “Europa y Asia experimentaron una crisis energética debido a varios factores que crearon una ‘tormenta perfecta'”.

En primer lugar, la recuperación económica posterior a la crisis aumentó la demanda de energía en el sector eléctrico y la recuperación de las industrias, especialmente en el sector químico. Esto aconteció durante un verano caluroso y la consiguiente alta demanda de aire acondicionado, sumado a la baja generación de energía eólica.

Un punto muy importante está en este párrafo: “El verano es también la estación de la UE en la que se llenan las reservas de gas natural para hacer frente a la demanda del invierno. Sin embargo, durante el verano de 2021 las reservas de la UE estuvieron por debajo de lo habitual, lo que provocó compras agresivas. Al mismo tiempo, la escasez de suministro de gas debido a las tensiones políticas y a cuellos de botella inesperados contribuyó en gran medida a aumentar los precios del gas”.

También se cifra que esta situación benefició económicamente el despacho eléctrico de las centrales hidroeléctricas, a menudo operadas por la misma compañía eléctrica que opera centrales de gas natural. Esto lleva a otra frase clave del análisis del caso español: “Por lo tanto, los precios de la electricidad al por mayor también pueden ser elevados incluso cuando las centrales de gas natural no son la tecnología de compensación”.

Es aquí cuando se entra a valorar como están debiendo ser operadas las centrales de VRE, que, se explica, si recibieran un pago a largo plazo acordado de antemano y no el precio al por mayor, el precio global de la electricidad “sería significativamente menor, ya que sólo una pequeña fracción de la generación global sería recompensada a este alto precio marginal”.

Así, se concluye que “es la retribución global de por vida a la generación de energía renovable y su certeza para los inversores lo que determinará su viabilidad y permitirá aprovechar sus potenciales bajos costes de generación (manteniendo bajos los costes de financiación)”.

Es las conclusiones finales, bajo el epígrafe Lecciones de la experiencia española, se recomienda que para dirigir adecuadamente la transición “es crucial para tomar conciencia de las fuertes interacciones sistémicas en juego entre las capas de poder, energía, economía y sociedad”. En ese sentido, “las medidas políticas en respuesta a los altos precios y la preocupación social asociada pueden introducir soluciones rápidas que, al no tener en cuenta el panorama general (su equilibrio con los eventos de precios bajos), producen barreras a la transición, obstaculizando en última instancia el despliegue necesario de las energías renovables y la flexibilidad”.

¿La recomendación final?: “Se necesita un enfoque holístico para hacer que las estructuras organizativas del sistema de energía sean apropiadas para la transición energética y para un sistema de energía basado en las energías renovables. Ha llegado el momento de abordar holísticamente el rediseño de la estructura organizativa del sistema de energía”.

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