El vecino solidario

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Sorprende que, metidos de lleno en la transición energética, sigamos viendo cómo se presenta al autoconsumo como el vecino insolidario. Un tipo que se aprovecha del diseño de la tarifa eléctrica para pagar menos, mientras aumenta lo que pagan los demás. Lo que no sorprende tanto es que, como suele ser habitual, solo se cuente la mitad de la historia.

En el modelo económico del autoconsumo en España, las instalaciones no reciben una tarifa por la energía generada, como sí reciben en otros países europeos. En su lugar, el autoconsumo se valora económicamente como una medida de eficiencia energética. La energía generada por la instalación disminuye la demanda de electricidad que se toma de la red, produciendo unos ahorros al consumidor, que, al cabo del tiempo, repagan su inversión.

El buen recurso solar que hay en España permiten que de esta forma el autoconsumo sea rentable sin necesidad de establecer ninguna tarifa especial. Además, como exigen las directivas europeas, los excedentes generados (si es autoconsumo con excedentes) e inyectados a la red también se valoran económicamente, en este caso al precio de mercado eléctrico (muy inferior al de consumo).

Como bien apuntan los del vecino insolidario, por la energía que un consumidor toma de su instalación de autoconsumo éste no paga el coste de la energía ni los términos variables de peajes y cargos. Al igual que cuando un consumidor compra una nevera más eficiente, no paga los peajes y los cargos por la energía que deja de consumir.

Lo que no se cuenta es que la energía que se genera en las instalaciones de autoconsumo, tanto la autoconsumida como la excedentaria, no hace falta comprarla en el mercado mayorista. La autoconsumida, porque el propio consumidor no la extrae de la red, y los excedentes, porque al verterse a la red, disminuyen la energía que toman de la red aguas arriba los consumidores situados cerca del consumidor con autoconsumo.

En definitiva, la electricidad generada por el autoconsumo reduce la demanda en el mercado. Y, como es lógico, esto reduce el precio, que es la referencia de compra para las comercializadoras que suministran energía a todos los consumidores. Por lo tanto, el autoconsumo produce una reducción del precio de mercado que baja la factura también a los que no se instalan.

Evidentemente, son dos efectos contrapuestos: hay una parte de los costes del sistema que el autoconsumidor no sufraga, pero también hay una reducción de precios para todos, gracias al que se instala autoconsumo. Desafortunadamente, esto rara vez se cuenta, y al repetir el mensaje de forma parcial se contribuye a generar una percepción que, además de falsa, atribuye mala imagen a una transformación absolutamente necesaria para la transición energética.

Además, la recaudación que se deja de ingresar es ínfima en comparación con el conjunto de ingresos del sistema. Con los peajes actuales, desde UNEF estimamos que se dejan de recaudar 2,3 M€ por cada 100 MW de autoconsumo fotovoltaico que se instalan[1]. Si tomamos los 459 MW de autoconsumo que se instalaron el año pasado, en 2019 se habrían dejado de ingresar unos 10,6 M€ (millones de euros).

Para poner en valor esta cifra, hay que resaltar que ese año el total de ingresos del sistema esperados para 2019 estuvieron en el orden de 17.500 M€, es decir, la reducción de ingresos por el autoconsumo habría sido del -0,06%. Resulta evidente que una disminución así no pone en riesgo la suficiencia económica.

Tras la publicación del Proyecto RD de cargos, que culminará la reforma tarifaria que entrará en vigor en 2021, algunos medios se han apresurado a resaltar que, con la nueva tarifa, los autoconsumidores no pagarán gran parte de los cargos, pues se han repartido en un 75% variable / 25% fijo. Por muy bien que suene este titular, entendemos que antes de lanzar un mensaje así, debe cuantificarse un impacto esperado sobre la recaudación. De otra forma, parece que el autoconsumo es de nuevo este vecino insolidario que no quiere pagar.

Es cierto que el resultado de la reforma tarifaria, como apuntaba el propio Ministerio en la Memoria del Proyecto de RD, será una “ligera variabilización” de la factura. No nos viene mal, pues contamos con la tarifa con la parte fija más alta de Europa. El efecto de esta ligera variabilización, como es evidente, aumentará lo que se deja de recaudar debido a la instalación de autoconsumo. La cuestión, de nuevo, es cuánto.

Para cuantificarlo, desde UNEF hemos agregado la señal conjunta de cargos y peajes y la hemos aplicado a casos tipo de autoconsumo de los segmentos doméstico, servicios e industrial. El resultado ha sido que por cada 100 MW[2], con la nueva tarifa resultante de peajes de CNMC y cargos del Ministerio, se dejarían de recaudar 3,9 M€. Como es esperable, esta cantidad es ligeramente superior a la que se obtenía para los peajes actuales, pero similar en el orden de magnitud y muy inferior al total de ingresos del sistema.

Por último, lo que tampoco se cuenta, es que el resultado neto de estos dos efectos contrapuestos es un beneficio para todos los consumidores. Es decir, lo que se deja de recaudar por el autoconsumo es inferior a los ahorros que éste produce a todos los consumidores por la energía que deja de comprarse en el mercado.

En 2019 se compraron en el mercado mayorista 226 TWh a un precio medio de 47,68 €/MWh. Esto implica que por cada 100 MW de autoconsumo (a unas 1.500 horas equivalentes de producción), se evitó gastar en el mercado 7,2 M€.

Es decir, con la nueva tarifa (asumiendo un mercado en 2021 similar al de 2019), el efecto neto para los consumidores será de un ahorro de 3,3 M€ por cada 100 MW de autoconsumo que se instalen. Si se instalasen ese año los 459 MW construidos el año pasado significa que se dejarían de pagar 15 M€.

Resulta que el vecino insolidario le está bajando la factura de la luz a todo el barrio.

[1] La Secretaría de Estado de Energía (SEE) estimó en la memoria del RD de autoconsumo que se dejaban de recaudar 5,42 M€ por cada 100 MW, pero lo importante es el orden de magnitud.

[2] Repartidos entre doméstico, servicios e industrial al 10%, 30% y 60% respectivamente.

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