La columna de UNEF: La consolidación de la industria fotovoltaica española como oportunidad para la economía nacional

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Contar con un sector industrial fuerte es clave para que la economía sea más resiliente a los factores externos y amortice los efectos del ciclo económico. Esto resultó evidente tras la crisis financiera de 2008: las economías más industrializadas salieron más rápido de la crisis y volvieron antes al crecimiento.

Las instituciones europeas, siendo conscientes de la necesidad de ‘volver a la economía real’, establecieron en 2014 la Estrategia Europa, con un objetivo del 20% de peso del sector industrial en el PIB de la Unión Europea para 2020. Sin embargo, España comenzó el año 2020 lejos de este 20% y sin haber recuperado el peso que tenía el sector industrial en el PIB antes de la crisis financiera de 2008.

Ahora nos vemos inmersos en otra crisis, la del covid-19, que amenaza con una contracción severa de la economía a final de año. Afortunadamente, una vez pasado lo peor en la crisis sanitaria, vemos cómo la sociedad puede comenzar un largo camino hacia la llamada ‘nueva normalidad’. Y de nuevo vemos cómo es precisamente el sector industrial el que más rápido podrá reanudar su actividad.

Como apuntamos en nuestro informe ‘Aportación del sector fotovoltaico a la reactivación económica tras la crisis del covid-19’, desde UNEF entendemos que la energía fotovoltaica debe tener un rol protagonista en la recuperación, no solo por los beneficios que aporta al sector eléctrico (al ser renovable, competitiva y fácil de implementar), sino por su aportación al conjunto de la economía y la sociedad.

Para aumentar el impacto del sector fotovoltaico en la economía nacional resaltamos en dicho informe la necesidad de contar con una política de desarrollo industrial asociada a la energía fotovoltaica. Así, se podrían capturar las mayores rentas para el país, en términos de empleo y crecimiento económico, derivadas de la nueva potencia a instalar.

En España, de acuerdo a las cifras contempladas en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) se deberán instalar solo de energía fotovoltaica unos 30 GW hasta 2030, multiplicando por más de tres la capacidad actual. Además de una energía más renovable, este gran crecimiento fotovoltaico, que en términos económicos requerirá una inversión de 20 mil millones de euros, debe suponer también el mayor crecimiento posible de la actividad industrial y empleo.

Como país, nuestro objetivo debe ser que, en los casos en los que sea económica y técnicamente sostenible, los componentes fotovoltaicos necesarios para construir esta nueva capacidad tengan una fabricación nacional. Cuanto mayor sea la producción nacional, mayor será el valor capturado para la economía española.

Aunque es cierto que el sector industrial fotovoltaico nacional ha sufrido los vaivenes del desarrollo de nueva capacidad, no partimos en absoluto de cero. Mientras es conocida la predominancia mundial de empresas chinas y de otros países del sudeste asiático en la producción de módulos, se suele omitir que empresas españolas se han posicionado en otros segmentos de la cadena de valor que en conjunto representan mayor peso en el coste total.

Y es que España cuenta con empresas líderes mundiales, con tecnología propia en los elementos con mayor valor añadido de un proyecto: electrónica de potencia, seguidores, diseño, epecistas, estructuras, integración en edificios, promotores etc.

De hecho, entre los diez mayores fabricantes a nivel mundial de seguidores solares, cinco producen en España (PVH, Soltec, Nclave, STi Nordland y Gonvarri) y en el top-10 de inversores, también hay dos empresas españolas (Ingeteam y Power Electronics). Hay que resaltar que esta posición la han ganado cuando no había una demanda nacional para sus equipos, en un mercado internacional muy competitivo.

Cadena de valor fotovoltaica. Fuente: UNEF

En definitiva, contamos con unas condiciones favorables. Si se dan las reformas adecuadas, la fabricación de los componentes fotovoltaicos tiene el potencial de contribuir a la reindustrialización de la economía española y a la reactivación tras la crisis del covid-19.

Además, nuestro país tiene una gran ventaja competitiva con respecto a los países de nuestro entorno: un mejor recurso solar y territorio disponible para desarrollarlo. Es más, desde UNEF entendemos que España puede constituirse como un hub industrial fotovoltaico como lo ha sido el sudeste asiático con los paneles.

En primer lugar, durante muchos años existirá una fuerte demanda interna que, si se desarrolla de forma estable, permitirá a las empresas fabricantes consolidar y reforzar su posición. Así, cuando promotoras y constructoras españolas (empresas con gran presencia internacional en el desarrollo de proyectos) aprovechen la expansión de la energía fotovoltaica en otros mercados, podrán ejercer un efecto arrastre sobre los fabricantes nacionales, aumentando las exportaciones de estos últimos. De esta forma, la industria fotovoltaica nacional contribuiría a mejorar la balanza comercial del país.

Para apalancarse en la favorable posición de partida y generar el mayor crecimiento económico, deberá implementarse una Estrategia Industrial Fotovoltaica. Esta estrategia deberá buscar la movilización de la inversión privada para la ampliación de la capacidad de producción nacional de componentes fotovoltaicos y fomentar la transformación digital de las empresas fabricantes.

Desde UNEF estamos trabajando en un documento de propuestas para esta estrategia, con medidas y reformas en el sector eléctrico, la política industrial, la I+D, el comercio exterior y la formación, que presentaremos en los próximos meses.

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