La salida de la crisis económica que se avecina será sostenible o no será. La pandemia del coronavirus ha puesto contra las cuerdas a los tejidos productivos de todo el mundo y tenemos ante nosotros dos alternativas claras y enfrentadas: avanzar o no avanzar en el camino de la sostenibilidad energética. Optar por la primera supondría aprovechar la gran oportunidad histórica de recuperarnos acertando al elegir el camino correcto; mientras que la segunda nos llevaría a quedar varados en terreno de nadie, estancados en un bucle que, inevitablemente, a medio plazo, nos obligaría a retomar el camino de la sostenibilidad habiendo desaprovechado un tiempo precioso para las generaciones futuras.
¿Cómo acertar en esta disyuntiva? Las empresas españolas que apostamos por la innovación, la tecnología y la internacionalización lo tenemos muy claro. Solo acertaremos si no nos desviamos de la senda de la eficiencia energética, las energías renovables y la economía circular. No podemos cometer el mismo error que ya cometimos al salir de la última crisis financiera y que implicaría retrasar las medidas necesarias contra el calentamiento global. Habrá que estar muy atentos para no caer en la tentación de retornar al modelo productivo basado en los combustibles fósiles y en la extracción de recursos naturales.
Debemos aprovechar esta oportunidad para asumir aún con más ímpetu que los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030 constituyen un punto de no retorno en nuestro progreso, no solo ético sino también material. Se trata, ahora más que nunca ante la crisis, de dar un paso más allá en lo que entendemos como bienestar.
De ahí la enorme importancia de dos recientes iniciativas, la Alianza Europea para la Recuperación Verde, constituida inicialmente por casi dos centenares de responsables institucionales, corporativos, ambientalistas, científicos y laborales, y la carta enviada a Bruselas por varios ministros de Medio Ambiente y Clima de la Unión Europea, que instan a la Comisión Europea a impulsar el Pacto Verde, que estaba en fase de desarrollo cuando estalló la pandemia, para salir de esta crisis económica.
Se trata de dos iniciativas francamente alentadoras porque sus firmantes actúan con la necesaria ambición al demandar no solo mantener las inversiones previstas en energías sostenibles sino multiplicarlas y considerar el Pacto Verde como la vía preferente para acelerar la salida de la recesión que la pandemia del COVID está provocando a nivel mundial.
En los últimos años las instituciones internacionales habían iniciado, por fin, una transformación hacia un mundo mejor que ya no tiene vuelta atrás. Si para algo debe servir una crisis sistémica del modelo anterior, a todas luces ineficiente, es para superarlo de una vez por todas.
Hay tres sectores de la economía en los que el nivel de excelencia global alcanzado por las empresas españolas es incuestionable: el turismo, la agricultura y la energía. El turismo necesitará tiempo para recuperarse; la contribución de la agricultura a la economía no puede multiplicarse de un día para otro; pero en el sector de la energía contamos todavía con un importante y rápido margen de recorrido al alza que explotar, en particular quienes pertenecemos al mundo de la energía solar fotovoltaica, que en España tiene la capacidad de estar a la vanguardia de la recuperación verde.
En este contexto se encuadra el Plan Nacional Integral de Energía 2021 -2030, recientemente enviado a Bruselas por el Consejo de Ministros, que prevé en dicho periodo una movilización de dos cientos treinta y seis mil millones de euros y la creación de unos trescientos mil puestos de trabajo netos, de los que entre un tercio y la mitad estarán asociados al sector de las energías renovables.
Cuando sostengo que estamos preparados para liderar el camino hacia la recuperación me baso en mi propia experiencia. Estoy al frente de una empresa nacida en un pueblo de Andalucía que se mide de igual a igual con grandes multinacionales y gana contratos gracias una capacidad innovadora que la hace competitiva a nivel global. Y no hemos hecho más que empezar. Nuestro caso no es único. En otros ámbitos de la fotovoltaica existen compañías españolas capaces, como nosotros, de destacar dentro y fuera de nuestras fronteras.
La alternativa correcta está clara: apostar por salir de esta crisis con una España, con una Europa, con un mundo no solo más verdes y limpios, sino también más competitivos, aprovechando las políticas y estímulos asociados a la recuperación como la mejor oportunidad para construir un futuro mejor.
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