La transición energética belga: el reto de un país pequeño con mucha nuclear y poca renovable

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Bélgica es un país pequeño entre dos grandes mercados eléctricos como son Francia y Alemania. Inevitablemente, su mercado eléctrico está fuertemente influenciado por el mercado francés, al que se acopla entre el 40% y el 60% de las horas, dependiendo del año. Siendo el hermano pequeño del acoplamiento Bélgica-Francia, Bélgica tiene normalmente precios parecidos o superiores a los del mercado francés. Aun así, en algunos años como 2016 o 2017 Bélgica registró precios promedio ligeramente inferiores a los de Francia. Siguiendo la tendencia de los principales mercados europeos, durante 2018, el precio del mercado eléctrico belga EPEX SPOT sufrió una importante subida debido al aumento del precio de los combustibles y a la escalada de precio de los derechos de emisiones de CO2. En 2018, el precio promedio del mercado belga fue de 55,27 €/MWh, que representa un aumento del 24% respecto a 2017 y un 51% respecto a 2016. Durante este mismo periodo, entre 2016 y 2018, el precio de los derechos de emisiones de CO2 EUA se multiplicó por cinco y el precio del gas TTF aumentó un 63%.

Fuente: EEX, OMIE y Nord Pool.

Bélgica dispone, en general, de pocos recursos energéticos debido a su pequeño tamaño. Se calcula que importa más del 75% de su consumo energético total. Respecto al consumo de electricidad, Bélgica también tiene un balance claramente importador. En 2018, se importaron un total de 20 062 GWh de electricidad repartidos prácticamente al 50% entre Francia y los Países Bajos, que a su vez importa la electricidad principalmente de Alemania y también de Noruega. Ese año se exportaron tan solo 2657 GWh, lo que supuso un saldo importador de 17 405 GWh, que representa un 20% de su demanda de electricidad.

Fuente: ELIA y ENTSO-E.

El mix de producción de electricidad belga tiene dos grandes componentes principales: la nuclear y el gas. La producción nuclear, que con sus siete reactores suma una capacidad de 5926 MW, representa entre un 40% y un 50% de la producción nacional de electricidad y sitúa a Bélgica como el cuarto país europeo en proporción de energía nuclear en su mix. En 2018, la producción nuclear cubrió el 31% de la demanda de electricidad.

Fuente: ELIA y ENTSO-E.

Las centrales belgas han protagonizado durante el último año algunos episodios de crisis nucleares muy parecidos a los acaecidos en su mercado vecino francés. En noviembre de 2018, Bélgica llegó a tener parados seis de sus siete reactores, lo que puso en grave peligro la seguridad del suministro en el país en caso de la posible llegada de una ola de frío durante el invierno, y disparó los precios hasta picos de cerca de 500 €/MWh, que se contagiaron en menor magnitud al resto de mercados europeos conectados.

La producción de electricidad con ciclos combinados de gas es el otro pilar del sistema belga. Con una capacidad de 6812 MW, representa el 31% de la capacidad total del país. Con esta capacidad, la producción con gas representa alrededor del 30% del total de la producción de electricidad y cubre aproximadamente el 25% de la demanda. Precisamente las importaciones de gas natural son uno de los principales culpables de la alta dependencia energética exterior del país.

Bélgica cuenta con una capacidad renovable de 8733 MW, un 39% de la potencia total. Las principales tecnologías renovables son la solar fotovoltaica y la eólica que, prácticamente a partes iguales, representan casi el 30% de la capacidad total. Por detrás de estas, se encuentra la potencia hidroeléctrica con un 6,7% de la potencia nacional. En cuanto a la producción renovable, en 2018 se situó muy cerca del 20% de toda la electricidad producida, y cubrió un 16% de la demanda. La eólica es la tecnología renovable que más produce, casi el doble que la solar fotovoltaica pese a tener prácticamente la misma capacidad instalada.

Fuente: ELIA y ENTSO-E.

Bélgica es pionera en Europa en cuanto a almacenamiento de electricidad conectado a la red de transporte. El sistema eléctrico belga cuenta con una instalación de baterías de 18 MW con una velocidad de respuesta mayor que la de las centrales térmicas. Si bien la capacidad de esta instalación aun no permite hablar de almacenamiento de energía a gran escala a medio o largo plazo, sí que se utiliza para estabilizar la red frente a cambios de frecuencia o tensión.

La transición energética belga

Bélgica fue el primer país europeo en abandonar completamente las centrales térmicas de carbón. Los 2000 MW de potencia térmica que producían el 11% de la electricidad empezaron a cerrarse en 2010, y en 2016 se cerraron los últimos 470 MW.

El Plan Nacional de Energía y Clima de Bélgica también incluye un apagón nuclear en el país. De hecho, el cierre de las dos centrales nucleares que albergan los siete reactores ya estaba previsto en una ley de 2003 y ya lleva un retraso importante respecto a los planes iniciales. Los planes actuales prevén cerrar el último reactor a finales de 2025.

El cierre de todas las centrales nucleares dejará a Bélgica sin su principal fuente de generación de electricidad. La estrategia para compensar este cierre tiene tres grandes ejes: el aumento de la eficiencia energética para reducir la demanda de electricidad, el aumento de las interconexiones para garantizar la seguridad de suministro y el aumento de la producción renovable para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Fuente: Plan Nacional de Energía y Clima de Bélgica.

El aumento de la capacidad de las interconexiones internacionales es crucial para un país como Bélgica: pequeño y con pocos recursos propios que debe importar mucho. A finales de enero entró en funcionamiento una nueva interconexión con Gran Bretaña de 1 GW de capacidad, y para 2020 se prevé que entre en funcionamiento la primera interconexión directa con Alemania también de 1 GW de capacidad. Por otro lado, está previsto aumentar la capacidad de la actual interconexión con Francia con 1 GW adicional en 2022. Si todo ello se cumple, en pocos años se habrá casi duplicado la capacidad total de interconexión con Bélgica, lo que permitirá la importación de mucha más electricidad, y conducirá inevitablemente a una mayor dependencia de las importaciones y una menor soberanía energética.

Respecto al aumento de la producción renovable, Bélgica tiene el hándicap de tener un potencial para las energías renovables relativamente bajo. El país es bastante llano, densamente poblado y con poco recurso solar. Los embalses hidroeléctricos, los parques eólicos terrestres y las plantas solares son soluciones con poco potencial porque no se dispone de suficiente espacio. Es por ello que la gran apuesta renovable de Bélgica pasa por el desarrollo de la eólica marina. Por otro lado, la promoción del autoconsumo es una de las pocas soluciones viables para aumentar la potencia fotovoltaica.

Pero el aumento de la potencia renovable junto con la desaparición de la producción base nuclear lleva a un uso más intensivo de la potencia de respaldo. En este caso, será el gas el que jugará este papel, y, al igual que le ocurre a su vecino francés, será todo un reto conseguir reducir las emisiones de CO2 en un escenario con más gas y menos nucleares. Además, colateralmente, ello también implicará un aumento de las necesidades de importaciones de gas, que aumentará todavía más la dependencia energética del exterior. Las estimaciones del Plan Nacional de Energía y Clima indican que las necesidades de importación energética del país aumentarán hasta el 90% en 2040, comparado con el 75% actual.

Fuente: AleaSoft Energy Forecasting.

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