Cuando nos dé vergüenza emitir CO2…

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Cuando nos demos cuenta de que nuestro modo de vida es responsable de ingentes emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero equivalentes en poder destructor del planeta…; de que todo lo que hacemos, construimos, compramos, transportamos, y comemos emite CO2… de que todo nuevo artilugio o prenda que adquirimos y no necesitábamos ha pasado por máquinas para cortar, coser, pintar, calentar, pegar, ensamblar… -máquinas movidas por petróleo, o gas, o electricidad cuya central de producción marginal generalmente consume gas o carbón-

Cuando aceptemos que no sólo importan las emisiones en territorio nacional (unas 7 toneladas/persona/año en España en 2020), sino también aquellas que se producen fuera de nuestras fronteras pero causadas por nuestra actividad, como hierro o ropa importados de países contaminantes (recuerdo que el mix eléctrico chino está aún dominado por carbón)… Incluyendo este último tipo de emisiones, probablemente nuestra huella de carbono per cápita anual ascienda a unas 10 toneladas. En 2050 deberán ser cero. ¡Y más allá de 2050 deberán ser negativas!

Cuando nos dé vergüenza cambiar de móvil sin necesitarlo, y en lugar de lucir con orgullo el último móvil del mercado nos parezca digno de alabanza mantener en funcionamiento el que tenemos durante varios años… Cuando nos mole compartir que compramos aparatos reparados y los emprendedores creen empresas que reparen y modernicen (pues no se trata de comprar aparatos cutres sino de aprovechar y por supuesto modernizar, en lugar de seguir extrayendo del planeta recursos agotables)… Tampoco queremos parar la economía, pero los empleos deberán ser otros.

Cuando internalicemos que no necesitamos comer tanta carne roja, en beneficio de la salud, y de la reducción de grandes cantidades de metano, además de ahorrar unos 1.000 litros de agua por litro de leche y unos 10.000 litros de agua por kilo de carne… Porque ¿os suena el problema del agua dulce?

Cuando asumamos que viajar en avión es extremadamente contaminante, y que viajar muy lejos es un lujo a minimizar… Cuando el tren sea el medio de transporte de larga distancia por defecto, no tanto por imposición legal (¡que bien podría serlo para muchos trayectos!), como por preferencia social… (recuerdo que el coche y el avión contaminan unas 6 y 10 veces más que el tren respectivamente, dependiendo del mix eléctrico; y que los aviones de hidrógeno a escala estarán disponibles en el mejor de los casos sólo a finales de los años 2030, mientras los mix eléctricos, y por tanto los trenes, seguirán su descarbonización de forma gradual). Cuando miremos mal a quien nos cuente que hace un viaje innecesario en avión, como hacíamos a quien no llevaba mascarilla en el transporte público en los peores momentos de la pandemia…

Cuando aprendamos a responsabilizarnos de nuestra huella de carbono, y sepamos reducirla a 5 Ton/año en 2030… (¿Una ida y vuelta transatlántica en avión? Presupuesto anual agotado. ¿30km/día de coche no eléctrico? Medio presupuesto anual agotado. ¿Calefacción por gas en lugar de con bomba de calor eléctrica, y a 23ºC en invierno? ¿Climatización a 23ºC en verano? Un sinsentido de rico insolidario, y de nuevo un buen porcentaje de tu presupuesto de carbono). Presupuesto de carbono que debe bajar de 1 tonelada por persona en 2050…

Cuando nos quede claro que la tecnología por sí sola no podrá darnos el mismo nivel de servicio sin emisiones, porque el coche eléctrico y la bomba de calor y la producción de hidrógeno verde también necesitan metal extraído y procesado con petróleo, y que la electricidad tardará años en ser casi 100% descarbonizada (sobre todo si prescindimos políticamente de la energía nuclear), pues transformar sol y viento en energía eléctrica consume todavía mucho dinero, metales y productos petrolíferos…

Cuando abracemos todas las nuevas tecnologías de la descarbonización, como las plantas de diversas tecnologías renovables, el biometano, los grandes bombeos hidráulicos, la nuclear, el vehículo eléctrico, las bombas de calor, aceptando sus inconvenientes y entendiendo su valor y sus costes… Cuando cambiemos el NIMBY (Not In My Back Yard, que está frenando muchos desarrollos) por el MBYME (My Back Yard Mitigates Emissions, que me acabo de inventar)… Cuando entendamos que todo lo emitido hoy lo deberán capturar nuestros hijos y meter bajo tierra durante la segunda mitad de este siglo, con costes prohibitivos y serias dudas sobre la factibilidad técnica y logística de tamaña ambición… Porque nos quejamos de los residuos nucleares de alta actividad confinados durante 10.000 años en menos de 20 metros cúbicos tras 40 años de operación, pero ¿sabéis que el CO2 también dura 10.000 años en la atmósfera y océanos? ¿Y os habéis parado a pensar cuánto ocupan y dónde se pueden meter 10 Ton/persona/año de CO2 licuado, que también se deberá custodiar a perpetuidad para que no vuelva a salir?

Cuando dejemos de confiar el cambio exclusivamente a los políticos, a los que por cierto escogemos nosotros… Cuando votemos a políticos valientes que promuevan cambios sociales (como prohibir el avión si existe alternativa de tren), o políticas energéticas que quizás incrementen la factura pero a cambio de una reducción de emisiones y de exposición a los precios internacionales del gas… Cuando dejemos de criticarles por todo, para limpiarnos las manos y que la culpa de nuestro inmovilismo sea suya, y nos demos cuenta de que somos los ciudadanos los que tenemos que tomar el rumbo de nuestro destino…

Cuando nuestros políticos (de todos los colores) estén formados holísticamente en el complejísimo reto de la descarbonización, más allá de eslóganes simplistas basados exclusivamente en el ”apoyo a las energías renovables”… Cuando lancen políticas ambiciosas de reducción de consumo a pesar de posibles pérdidas de confort y de votos… Cuando entiendan que el crecimiento económico perpetuo y la reducción de emisiones son incompatibles… Cuando arbitren en sus decisiones en función del clima, no pensando en las siguientes elecciones, sino en sus nietos cuando ya hayan abandonado la política…

Cuando dejemos de poner como excusa que nuestros gestos son demasiado insignificantes como para tener impacto, y al revés entendamos que somos extremadamente importantes si lo hacemos todos… Millones de pequeñas acciones claro que cambian una sociedad! Cuando nos concienciemos de que cada uno somos responsables de nuestra parte, y animemos a los nuestros a subirse al carro…

Cuando nos dé vergüenza emitir CO2, y no antes… daremos a nuestros hijos y nietos una oportunidad de esquivar la deriva hacia una vida mucho más complicada que la nuestra.

Y a ti, ¿te da ya vergüenza no intentar reducir tus emisiones?

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