La columna de Anpier: Por qué potenciar la fotovoltaica distribuida

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Con el objetivo de esquivar los peores escenarios posibles del ya inevitable Cambio Climático, se ha de emprender, con urgencia, la Transición Ecológica, modificando nuestros hábitos en la forma de producir y consumir bienes y servicios. El 70% de los gases de efecto invernadero (GEI) los aporta nuestra forma de extraer, producir, transportar y consumir energía fósil, por lo que resulta evidente que la Transición Energética es la parte esencial de la Transición Ecológica y que la respuesta a este desafío no es otra que electrificar nuestros consumos de energía, y que esa electricidad que vamos a consumir sea producida por fuentes de origen renovable.

En España disfrutamos de un número de horas de sol muy elevado, que casi duplica la media europea. También contamos con una tecnología fotovoltaica madura, gracias en buena parte a las 62.000 familias fotovoltaicas que hace poco más de una década destinaron sus ahorros a desarrollar esta modalidad de generación, sin la cual hoy no tendríamos otra defensa frente al Cambio Climático que reducir nuestro consumo de energía fósil y retroceder en prosperidad y bienestar.

Pero acelerar nuestra necesaria transición energética no debe ser sinónimo de precipitación; más bien al contrario, exige diligente mesura en la toma de decisiones, puesto que los aciertos y los errores tendrán honda repercusión en el futuro de nuestro territorio y en la economía de nuestras comarcas. El presente y el futuro de la generación de energía es y será renovable, el peligro es que no sea, además, social, que no beneficie a los españoles y sigamos siendo convidados de piedra en este mercado, relegados al abono mensual de facturas.

Los parques de gran tamaño son menos eficientes, dado que han de transportar la producción, con sus correspondientes pérdidas y costes, el Sistema Eléctrico asigna al consumidor final el impacto de dichas mermas; mientras que el coste que por este mismo concepto generan las pequeñas plantas -de hasta 3 MW- se reduce enormemente puesto que su producción se absorbe en proximidad, beneficiándose el consumidor de esta mayor eficiencia.

Hasta la fecha, con una generación muy concentrada en grandes plantas de ciclo combinado de gas o nucleares, lo indicado era recurrir a los modelos de vertebración de suministro a través de grandes transformadores y redes de alta tensión para transportar electricidad de una punta a otra del país. Ahora es posible que este modelo se complemente con generación distribuida fotovoltaica que, como decimos, es más eficiente y está al alcance de pymes y ciudadanos como generadores.

También es preciso otorgar desde las administraciones un impulso decidido para autoconsumos y comunidades energéticas locales, pero todo ello tutelado por las administraciones, para evitar una innecesaria y peligrosa sobreinstalación de potencia de generación, que no beneficia a nadie, puesto que la demanda de energía eléctrica es limitada, y lo eficiente –y sostenible- es armonizar la potencia disponible con necesidades reales del país, con los márgenes necesarios para garantizar el suministro.

La fotovoltaica es una tecnología que, por sus características, ofrece mayores ventajas cuando los puntos de generación están próximos a los de consumo. Con parques de potencial igual o menor a 3 MW las pérdidas de energía que se producen desde la generación al consumo se minimizan, y los costes del sistema eléctrico y la factura de la luz se reducen. Por todo ello, consideramos que estas redes de distribución de hasta 36 kV, que suministran un 75% del consumo total y tan solo conectan un 9% de la generación total, deberían reservar la totalidad de su capacidad de conexión a instalaciones de potencia inferior o igual a 3 MW, que ocupan menos de cinco hectáreas.

El autoconsumo es ahorro y la generación de energía eléctrica para venta son ingresos, no debe priorizarse una y negarse la otra; no tiene lógica ofrecer generosas líneas de ayudas para el autoconsumo y no facilitar a nuestras pymes la posibilidad de comercializar producción de electricidad o ralentizar el despegue de las comunidades energéticas, porque de esta manera se está entregando el sector de la producción de electricidad a los grandes desarrollos que, en muchos casos, emprenden multinacionales con capital foráneo, entre otras cosas porque el autoconsumo es y será una pequeña parte del consumo de energía eléctrica, mientras que el suministro a través de las redes es y será la parte fundamental del mercado eléctrico y el problema empieza precisamente en este punto, en la falta de acceso a la evacuación, porque está copada por proyectos meramente especulativos que esperan un comprador para realizar beneficios solo por traspasar un derecho que está limitado en el tiempo y no habría de extenderse más allá de lo que marca la Ley.

 

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