APPA opina: Las renovables, en el centro de la diana

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Hay un viejo proverbio chino que reza “el clavo que sobresale recibe siempre un martillazo”. Las energías renovables, con la reducción de costes experimentada por la energía fotovoltaica en el período 2009-2021 del 90% como bandera, son habituales receptoras del proverbial martillazo. Son las energías que están abaratando sus costes, las energías sostenibles, las energías de moda. Sin embargo, detrás hay empresas y profesionales que realizan un duro trabajo y que están comprometidos con cambiar nuestro modelo energético a uno más sostenible.

Los precios del mercado eléctrico mayorista están disparados. Ocurrió con Filomena, donde vimos precios récord mínimos y máximos durante el mismo mes, y ocurre ahora por el precio descontrolado del gas. Es innegable que no es un buen momento para los consumidores eléctricos. Pero la urgencia del momento debe ser tratada con tranquilidad para no dejarnos llevar por la precipitación.

En estos meses hemos oído que el mercado marginalista no funciona, incluso se han dejado caer mensajes para sacar de este mercado a la nuclear, la gran hidráulica o, ahora, a las energías renovables. Es importante resaltar que las renovables fueron arrastradas al mercado marginalista en 2013 en un cambio regulatorio que nadie pidió. Hoy, cuando los precios de este mercado son altos, se plantea sacar de nuevo a las renovables. Curiosa paradoja.

Como también es una paradoja el comportamiento de algunos consumidores industriales. Cuando en 2020, los productores de energías renovables con graves problemas de tesorería proponían a estos consumidores firmar contratos a medio plazo a precios en un entorno de 40-50 €, algunos consumidores industriales declinaron estas ofertas. Hoy, con un mercado mayorista que se mueve de forma voluble en el rango entre los 100 y los 200 €, la industria reclama unos precios eléctricos competitivos. Algunas empresas reclaman, exactamente, lo que rechazaban hace un año. Interesante paradoja, ¿verdad?

Todo esto nos devuelve a la reflexión inicial. ¿Por qué las empresas del sector renovable deben recortar sus ingresos – ingresos marcados por la ley – para que la gran industria goce de un precio eléctrico menor? ¿Acaso el sector renovable no está compuesto por profesionales, por empresas y tiene una industria propia? ¿Cuál es la razón para retraer ingresos de una industria para favorecer a otra? La respuesta, antes de que nos precipitemos, debe contemplar un hecho innegable. La gran industria tiene la opción – y lo está haciendo en muchos casos, pues es su derecho – de repercutir los mayores costes energéticos a través de los precios a los consumidores finales. Muchas grandes industrias, también dentro de las electrointensivas, están batiendo récords de facturación y de beneficios.

No debemos perder de vista quién es el pagador final de la factura: el consumidor. Es el ciudadano de a pie el que tiene que pagar el incremento de precios, ya sea en la factura de la luz, en el depósito de combustible de su coche o cuando va a comprar al supermercado. El último eslabón de la cadena es el ciudadano. Y a él es al que debemos proteger.

Cuando se pide un esfuerzo de las instalaciones fotovoltaicas, y renovables en general, para ayudar a la sociedad, debemos priorizar. Es importante que diferenciemos entre consumidores PVPC y consumidores vulnerables. Las renovables han recorrido un difícil camino para alcanzar la competitividad, un camino en el que el esfuerzo de Gobierno, empresas y ciudadanos ha sido fundamental. Gracias a esa evolución hoy tenemos la opción de instalar autoconsumo y blindarnos, aunque sea parcialmente, de las subidas de la luz. Gracias a esa evolución nuestro modelo energético será más sostenible sin que nos cueste más dinero del que ya hemos invertido. Pero si queremos cambiar, otra vez y ya llevamos unas cuantas, las reglas del juego para que las renovables ayuden a la sociedad, tenemos que centrar bien el tiro. Ayudar a los que necesitan ayuda, a aquellos que tienen verdaderas dificultades. Recortar ingresos legítimos y legales para tener una tarifa regulada barata que solo pueden comercializar unas pocas empresas o para que unas industrias que tienen opción de repercutir sus precios puedan aumentar sus beneficios, no parece la mejor de las ideas.

Reflexionemos, debatamos, acordemos. Pero con el objetivo claro en la mente. No tapemos la cabeza para destaparnos los pies. Y ayudemos a los que deben ser ayudados. Si no lo hacemos así, en breve los que tendrán que ser ayudados serán los propios proyectos renovables.

 

 

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