La Unión Española Fotovoltaica (UNEF) ha celebrado esta mañana un encuentro con Teresa Ribera, Ministra para la Transición Ecológica, para la presentación de un documento de Recomendaciones de mejores prácticas para la sostenibilidad ambiental de las instalaciones fotovoltaicas. Para la elaboración de este documento, UNEF ha contado con la colaboración de sus empresas asociadas.
En un momento de inflexión de la energía fotovoltaica en España, que según el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima pasará de los actuales 4,7 GW a 34 GW en 2030, el sector fotovoltaico renueva su compromiso con la sostenibilidad para continuar con los esfuerzos de reducción al máximo del impacto ambiental de las instalaciones y para incluso revertir este impacto en actuaciones positivas para el medio ambiente en biodiversidad y en reducción de la huella de carbono.
“En un contexto de alta penetración de energías renovables en nuestro mix energético, resulta fundamental que el sector compatibilice la implantación de estas tecnologías en el territorio con la protección de la biodiversidad que, según la evidencia científica, se enfrenta a una grave crisis de pérdida de recursos, también en España. Contar con códigos de mejores prácticas actualizados es un buen punto de partida para garantizar la sostenibilidad de las nuevas instalaciones” ha señalado la Ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.
El documento presentado define una serie de recomendaciones y compromisos agrupados en tres ejes: impacto de la instalación, impacto local e impacto global. En palabras de Jorge Barredo, presidente de UNEF, “el compromiso del sector con la sostenibilidad ambiental y de los entornos en los que opera es absoluto. Por ello, queremos impulsar medidas clave que actúen a todos los niveles, tanto ecológico como socioeconómico, y sitúen a la industria fotovoltaica en la vanguardia de lo que ha de ser un sector verdaderamente sostenible”.
La integración con el entorno, clave para la protección de la biodiversidad
El eje centrado en el impacto de las instalaciones destaca la importancia de proteger la biodiversidad y las especies locales de los entornos en los que se pongan en marcha. Con este objetivo, el documento plantea, entre otros, un vallado adecuado de las instalaciones para evitar la fragmentación de los hábitats, así como la extensión de los estudios de seguimiento de avifauna.
En los casos de revegetación, se prestará especial atención a la utilización de plantas que favorezcan a los insectos polinizadores, contribuyendo a la conservación de las poblaciones de abejas, y a la instalación de hoteles de insectos. Asimismo, se respetarán los cursos de agua existentes y el agua usada para la limpieza se usará como riego, lo que mejorará las condiciones hidrológicas del terreno.
Además, apunta a la necesidad de respetar la formación natural de la capa vegetal del suelo para mejorar su calidad ecológica, no olvidando el hecho de que si la agricultura ha sido la actividad principal previa, el cambio de uso mejora dicha capa al aportar una mayor biodiversidad que un monocultivo agrícola. Igualmente, es necesario el fomento de la compatibilidad con usos ganaderos cercanos, siempre que sea viable, y la reducción del impacto visual con elementos naturales.
Instalaciones fotovoltaicas como impulsoras de la economía local
La puesta en marcha de plantas fotovoltaicas puede suponer un revulsivo para las economías locales. Por ello, el eje de impacto local planteado en las recomendaciones de UNEF destaca la preferencia por la contratación de personal local, por los suministradores locales y por la integración de colectivos con dificultades de inserción laboral.
Ello, además de impulsar la economía del entorno, contribuir al desarrollo rural y a la lucha contra la despoblación, permitirá reducir la huella de carbono de la actividad en su conjunto.
Hacia la sostenibilidad total de los parques fotovoltaicos
En materia de impacto global, el documento plantea el fomento de una I+D que maximice la sostenibilidad ambiental de las instalaciones priorizando la reducción del uso del suelo mediante el aumento de la energía generada por hectárea, entre otras medidas.
Además, la minimización del impacto pasa por reducir al máximo el uso de hormigón y restablecer el estado original del terreno una vez finalice la vida útil de la instalación, contribuyendo a la economía circular mediante el reciclaje de los materiales empleados durante la construcción, operación y mantenimiento.
Accede a las recomendaciones aquí.
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